El 14 de octubre de 2015 se presentó la iniciativa Educación Jesuita en Guatemala -EJEGUA-, la cual aglutina a las diversas instituciones educativas jesuitas o confiadas a la Compañía de Jesús en Guatemala (Universidad Rafael Landívar –URL-, Liceo Javier, Colegio Loyola, Fundación Educativa Fe y Alegría, Instituto Guatemalteco de Educación radiofónica –IGER-, Proyecto educativo laboral Puente Belice, y otras que comparten una misma visión educativa). Actualmente estas instituciones ofrecen formación en todos los niveles educativos desde preparatoria hasta el nivel universitario, y en distintas modalidades de educación formal, extraescolar formal y no formal, formación técnica laboral, atendiendo a más de 100,000 niños, niñas, jóvenes y adultos distribuidos por todo el país.
Además del aporte formativo que vienen ofreciendo desde hace años, con varios centros educativos en regiones y poblaciones vulnerables, estas instituciones han considerado que las actuales circunstancias que atraviesa el país, representan una oportunidad para constituirse como un grupo interinstitucional que aporte al análisis y la propuesta para mejorar la situación de la educación en Guatemala, y que actualmente presenta graves dificultades que afectan especialmente a esas poblaciones vulnerables. Con este fin, surge EJEGUA, quien este día presentó lo que consideran son algunas prioridades que el próximo gobierno y autoridades electas deben atender.
Propuesta de EJEGUA ante el trascendental momento que vive el país
Aunque son muchas las necesidades sociales de Guatemala y los recursos financieros del Estado para responder a ellas continúan siendo muy limitados, en parte por el indignante flagelo social de la corrupción; las instituciones educativas que conformamos EJEGUA (Educación Jesuita en Guatemala) creemos que la educación sigue siendo un factor prioritario para elevar el desarrollo humano y socioeconómico de un país, que permite a las personas mejorar su calidad de vida, y posibilita la construcción de un país más justo e inclusivo. Es imposible resolver todos los rezagos educativos del país en un período de gobierno, y por ello ponemos a consideración de la opinión pública y las nuevas autoridades de gobierno, algunas prioridades educativas que deben atenderse.
Cerrar paulatinamente brechas de cobertura educativa y reducir la tasa de deserción educativa, con un enfoque regional y focalizado
La cobertura de preprimaria y secundaria continúa baja, siendo los niveles educativos en los que menos invierte el Estado anualmente, y vemos con enorme preocupación que esta situación tiene a cerca de 4.3 millones de niños, niñas y jóvenes fuera del sistema educativo regular, según estudios de ICEFI, situación ante la que no podemos seguir indiferentes. Estas tasas de coberturas son extremadamente desiguales entre regiones, por ejemplo: en 2014 la cobertura de preprimaria del departamento de Guatemala fue 66.5 %, pero en Quiché 29.9 %; la cobertura de básico en el departamento de Guatemala fue 70.7 %, pero en Alta Verapaz fue 23.6 %. Pero más que inscribir a los niños, niñas y jóvenes, el gran reto es asegurar que no abandonen el centro educativo y finalicen el último grado de cada nivel educativo, porque esta tasa de finalización también muestra enormes rezagos en algunas regiones del país. Fortalecer programas de becas de estudio y de educación formal acelerada o de segunda oportunidad para jóvenes pobres que abandonaron el sistema educativo, puede abrirles una ventana de oportunidad.
Fortalecer la formación técnica con enfoque integral y de intermediación laboral
El Instituto Nacional de Estadística –INE-, estimó para 2014 una población de más de 3 millones de jóvenes de 15 a 24 años, cifra que seguirá aumentando en el país. Lamentablemente, más de la mitad de esos jóvenes viven en condiciones de pobreza, se ven forzados a salir del sistema educativo para buscar empleo, y al no conseguirle, deciden migrar a otros países o resultan siendo víctimas y presa fácil del crimen organizado. Estudios realizados advierten que Guatemala es uno de los países con más alto porcentaje de jóvenes que no estudian ni trabajan (25.1 %), y que ya podría superar los 800,000 jóvenes, situación que se agrava ante la débil capacidad del Estado para ofrecerles una adecuada formación técnica laboral y generarles opciones de empleo digno. Para los jóvenes en condición de pobreza, la educación no puede limitarse al aula y la escuela, debe ser una educación que les permita transformar sus vidas, que les apoye psicosocialmente para reconstruir su tejido personal y social; que les ayude a desarrollar destrezas fundamentales para enfrentar de mejor manera la vida; y que les ofrezca una formación técnica con enfoque de intermediación laboral, pudiendo incluir becas de aprendizaje en ámbitos laborales, y que esté vinculada a mecanismos que posibiliten que estos jóvenes encuentren un empleo digno, decente y adecuado a ellos, o cuenten con acompañamiento técnico y financiero para que generen sus propios emprendimientos productivos. El gobierno puede promover una mayor cooperación entre centros formativos de jóvenes y las empresas, como una forma de tender puentes entre quienes pueden ofrecer oportunidades laborales y los que más las necesitan en un marco de justicia social. Si no se toman acciones oportunas, seguirá aumentando el número de jóvenes sin formación y sin empleo, lo que puede provocar una grave crisis social para el país.
Continuar las mejoras a la calidad educativa del país, pero desde una concepción multidimensional que incluya la equidad, relevancia y pertinencia contextual y cultural
En los últimos años se ha enfatizando el concepto de calidad educativa como nivel de eficacia para conseguir objetivos de aprendizaje, especialmente en lectura y matemática. Esto es importante, pero la evidencia muestra que el nivel de resultados está fuertemente condicionado por el nivel socioeconómico de los y las estudiantes, y del centro educativo, de los niveles de inequidad social en cada región, y de las oportunidades educativas previas de los alumnos.
Para conseguir la relevancia de los aprendizajes, más que “instruir” en conocimientos teóricos acumulativos, no significativos y que no están enraizados en la comunidad, se debe avanzar al concepto de “educar” como la capacidad de desarrollar el máximo potencial de los alumnos y alumnas, formándoles competencias fundamentales para la vida (lectura comprensiva, escritura madura, expresión verbal, el pensamiento analítico, crítico, propositivo y profundo, entre otras), utilizando contextos de aprendizaje que favorezcan su desarrollo. También debe ser una educación formadora de buenos ciudadanos y ciudadanas, conscientes de su realidad y su historia, compasivos ante el sufrimiento del otro, comprometidos con la transformación de una Guatemala más justa, inclusiva y desarrollada, donde se respete la dignidad humana, y se logre una efectiva protección y restauración del ambiente natural. Esto se logrará si se cuenta con educadores bien seleccionados, motivados y bien formados, que posean esas mismas competencias y esa conciencia ciudadana, algo que debe ser prioritario en la formación inicial de docentes, porque nadie da lo que no tiene.
En un país multicultural, plurilingüe y diverso, no es adecuado estandarizar toda la formación. Se debe avanzar en la contextualización e implementación del Currículo nacional base (CNB) con pertinencia sociocultural y lingüística, que promueva una educación que favorezca el diálogo que permita la justa convivencia intercultural. El aprendizaje de idiomas extranjeros es importante hoy día, pero el idioma materno favorece el aprendizaje desde los primeros años, y es un elemento cultural que debe ser desarrollado, revitalizado y preservado, de la misma manera como se favorecen otros idiomas. Esto requiere fortalecer la educación intercultural bilingüe, desarrollando materiales y formando docentes especializados en este enfoque.
Tampoco podemos hablar de calidad educativa cuando las condiciones físicas en las que se realiza el aprendizaje no son dignas, faltan recursos esenciales de apoyo al aprendizaje, o no existen programas sociales que atiendan la alimentación y la salud de los niños y jóvenes, siendo esta concepción amplia de calidad educativa la que debe atenderse de manera urgente.
Aumentar y mejorar la eficiencia del gasto público destinado a la educación, que permita reducir estos rezagos
Guatemala es el país de Centroamérica que menos recursos destina a educación, representando el 3.2 % del PIB en 2015, mientras otros países ya superaron el 5 % del PIB, lo que impide resolver los rezagos educativos. Por esta razón, es urgente mejorar la eficiencia del gasto público destinado a la educación; aumentar la inversión social mejorando la recaudación y reduciendo la corrupción; realizar alianzas con otras instituciones estatales y autónomas que puedan apoyar la educación; sin descartar nuevas formas de financiamiento de uso exclusivo para la educación. Estamos conscientes que la adecuada inversión en educación, puede prevenir otros problemas sociales.
Continuar avanzando a través del diálogo en la definición de políticas y estrategias de mediano y largo plazo para mejorar en forma definitiva el sistema educativo del país
Como hemos apuntado antes, reiteramos que no podemos darnos el lujo de retroceder o cambiarlas cada cuatro años, es necesario avanzar de una vez por todas, en su definición consensuada, utilizando los canales de diálogo intersectorial definidos para ello, donde puedan establecerse: prioridades educativas; el enfoque más pertinente para reformar el nivel secundario; normativas educativas que necesitan ser actualizadas; establecer mecanismos para seleccionar buenos educadores y elevar su status social; nuevos sistemas de gestión y aseguramiento de la calidad educativa con enfoque integral y que tomen en cuenta la participación de educadores, alumnos y padres de familia, para que estos sean los primeros garantes de exigir al Estado una educación incluyente y de calidad.
Nuestras instituciones tienen experiencias y testimonios de vida, que permiten afirmar que esto es posible.
Por la redacción de Brújula.